En estos tiempos que corren en el occidente cristiano se desarrollan diferentes tipos de reclamos ideológicos por parte de minorías especificas relacionadas a la fuerte modalidad política más radical, de las cuales elevan el reclamo en favor de despenalizar el aborto en todo el continente americano y en los lugares de Europa donde no es legal aún. Nosotros como cristianos, hijos adoptivos por Gracia del Dios verdadero tenemos que estar preparados para defender la voluntad y la creación de nuestro Padre celestial, defendiendo la vida de los más indefensos desde el momento de la concepción. 

La vida comienza desde la concepción, así lo han determinado los estudios más concretos en el campo de la genética moderna, y ese es un hecho científico irrefutable, pero ¿Qué nos dice Dios es su palabra?

La biblia llena de misericordia nos enseña lo que Dios habla al profeta Jeremías el Cap. 1 Vers. 5 “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.”

Como literalmente subraya el Altísimo a Jeremías, antes de formarnos en el vientre ya nos conoce, y antes de que naciera lo había apartado del resto. Claro y simple si lo relacionamos con los estudios más recientes de la ciencia biológicas, desde la concepción Dios nos elije, y antes de que saliéramos del vientre nos aparta.

Pero el inmenso poder del Padre que está en los cielos no termina en solo elegirnos y apartarnos, no se limita a lo simple, sino que, nos ve mientras nosotros vamos evolucionando periódicamente de ser un cigoto hasta el mismísimo nacimiento. Así lo explica el Salmo 139, 13-16: "13. Pues eres tú quien formó mis riñones, quien me tejió en el seno de mi madre. 14.Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe. 15.Mis huesos no te estaban ocultos cuando yo era formado en el secreto, o bordado en lo profundo de la tierra. 16.Tus ojos veían todos mis días, todos ya estaban escritos en tu libro y contados antes que existiera uno de ellos." 

Por eso ser humano, no es ser parte de una cadena de principios evolutivos improbables, no somos unas simples células que han sido unidas al azar por unas fuerzas impersonales, ajenas a nosotros. Más bien somos reflejo auténticamente a un Dios eterno que nos conocía antes de que fuésemos hechos, y que nos llamó a la existencia. Somos seres creados a imagen y semejanza del Padre que está en los cielos (Génesis 1:27), por ende, estamos llamados a defender la vida desde el momento de la concepción.